Decanatura en tu historia.
La gotas de lluvia sobre mis mejillas y tu recuerdo soberano sobre las memorias de la historia que nunca fue. Tengo un máster en tus labios y un doctorado en tu piel. Te recorrí como quien camina 40 años en el desierto en busca de leche y miel. ¿Cuánto tiempo más gritaras mi nombre en tu cabeza? Me miraste fijamente la última vez y en tus ojos el vigor de un valiente, que no tiene miedo a dejarme ir. Sonreiste y respiraste lento para no perder el control. Me viste marchar y escuché en mi alma, tu alma gritar - ¡Voltea! ¡Voltea! Casi suplicante, no hiciste ningún ruido y yo me fui sin mirar atras. Tan acostumbrados al amor que no merecemos, tan acostumbrados a los adiós que nunca fueron una despedida. Tan acostumbrados a perder que parecía ganancia. Me miras y el amor te brota por los ojos, todas las murallas que construiste, se rompen con sonrisas, todas las puertas que cerraste se abren cuando hago pucheros, te rindes por instantes y te quedas vulnerable, como si tuvieras